El uso de la sauna en verano puede parecer no ser la mejor idea. ¿Quién querría, durante el calor del verano, someterse a una sesión de aire caliente y húmedo, cuando lidiar con el sol ya es agotador por sí mismo? El uso de la sauna es popular principalmente en invierno. Sin embargo, recordemos que para aumentar nuestra inmunidad y protegernos durante la transición estacional de la gripe y otros virus peligrosos, las visitas a la sauna deberían comenzar ya. ¿Sauna en verano? ¡Claro que sí! Pocos saben que el uso de la sauna en los meses más cálidos prepara el cuerpo para las altas temperaturas y facilita su adaptación.

¿Quieres soportar mejor el calor? La sauna puede ayudarte con eso.
El calor puede ser realmente agotador, lo cual se ha notado especialmente en los últimos años, cuando las temperaturas medias en verano superaban con creces los valores registrados en el pasado. Cada vez hace más calor, y el cuerpo humano tiene mucha dificultad para adaptarse a tales condiciones extremas. Cuando hace un calor excepcional, no hay energía para nada, la vitalidad cae a cero, y lo único en lo que pensamos y soñamos es estar, aunque sea por un momento, en una habitación con aire acondicionado o sumergirnos en una piscina con agua fresca. Sin embargo, existe una manera de acostumbrarse a este tipo de clima.
Gracias a la sauna, el cuerpo se acostumbra al calor y, de alguna manera, se «endurece» para soportar las altas temperaturas. El calor se vuelve menos molesto y sudamos menos, lo que aumenta significativamente nuestro confort diario.
Las sesiones en la sauna activan el sistema circulatorio, que durante las altas temperaturas se ve sometido a una dura prueba. Bajo su influencia, los vasos sanguíneos se dilatan y el corazón late más rápido. El baño de calor es un excelente entrenamiento para el cuerpo.

Y después del verano, llegará el otoño…
Cuando los días cálidos se van y el clima afuera se vuelve cada vez más frío, es fácil contagiarse de infecciones. Sin embargo, gracias a la sauna, se puede comenzar a prepararse para la temporada de resfriados con antelación y aprovechar los meses de verano para fortalecer el sistema inmunológico de cara al otoño y el invierno que le siguen.
Al utilizar la sauna en junio, julio o agosto, no corremos el riesgo de enfermarnos, sino que el cuerpo fortalece su resistencia para poder hacer frente de manera más eficaz al «ataque» de virus y bacterias patógenas que ya están al acecho.

Sauna en verano: respira profundamente…
Pocos saben que la sauna puede ser de gran ayuda para las personas alérgicas. El verano es el pico de la polinización de diversas plantas, y quienes padecen de alergias saben que esta época no es fácil, incluso cuando se toman los medicamentos adecuados de forma regular. Gracias a la sauna, el sistema respiratorio tiene la oportunidad de limpiarse a fondo, lo que facilita la respiración y hace que el paso por la temporada de polinización sea más llevadero.
También las personas con asma deberían aprovechar los beneficios de la sauna en verano, ya que en esta época del año los síntomas pueden intensificarse. Gracias al ritual del que hablamos, se pueden aliviar hasta el punto en que no resulten tan molestos.
El estrés no desaparece en verano.
Usamos la sauna no solo para fortalecer la salud física, sino también la mental. Aunque el verano se asocia con vacaciones y descanso, no todos tienen la oportunidad de desconectarse por completo de las actividades estresantes, el trabajo o los desafíos de la vida cotidiana. La sauna ayuda a eliminar las toxinas del cuerpo y a purificarlo, mientras que su uso contribuye a liberar la tensión muscular y calmar el sistema nervioso.

No te olvides de enfriarte.
Es sumamente importante alternar entre calentar y enfriar el cuerpo. Investigaciones realizadas por el Instituto de Investigación sobre Trombosis de Londres demuestran que las personas que utilizan baños calientes y fríos experimentan un aumento en el nivel de glóbulos blancos y una mejora en la microcirculación sanguínea. Sin embargo, estos no son los únicos beneficios de enfriar el cuerpo después de una sesión de sauna. Una ducha fría garantiza la relajación del cuerpo (principalmente del músculo cardíaco), el cierre de los vasos sanguíneos y potencia los efectos del baño de calor. Una excelente alternativa es sumergirse en una piscina o en una bañera de madera con agua fría.

Armonía durante todo el año.
Si se quiere asegurar el bienestar del cuerpo, no se debe cuidar de él solo de vez en cuando o cuando ya ha comenzado la temporada de enfermedades. El uso regular de la sauna, incluso en verano, ayuda a mantener la armonía del organismo y permite afrontar mejor todos los cambios que traen las diferentes estaciones del año.